La economía española en el mundo

Old Map (100)El lugar de la economía española en el mundo

Los problemas de España y de las empresas españolas nos parecen gigantescos, porque nos son cercanos. Pero en una economía mundial globalizada donde grandes corporaciones multinacionales ofrecen productos y servicios en los cinco continentes, es fácilmente apreciable que los problemas son comunes. En el sector financiero internacional, gigantes como ING y Barclays van a despedir a miles de empleados. ¿El objetivo? La búsqueda de la rentabilidad. ING despedirá a 2.400 trabajadores y Barclays lo hará con 3.700. Cada uno de los despedidos tiene nombre, apellidos y familia. Una vez desempleado o desempleada, ese trabajador habrá de buscar un nuevo puesto de trabajo.

El especialista norteamericano en globalización, Thomas Friedman, declaró en varios tratados muy extensos que la globalización es un invento estadounidense. En 2005, Friedman afirmó que “The World is flat” (El mundo es plano), y explicó que gracias a las nuevas tecnologías de la información, la globalización nacida en Estados Unidos se extiende por todos los países y que con enorme facilidad, es posible hacer las transacciones económicas y financieras que generaron tanta riqueza en los años noventa y principios de los dos mil. Tres años más tarde, en 2008, el mismo autor le metió el diente al cambio climático y al exceso de población, que amenazaban la prosperidad mundial: “Hot, flat, crowded” (Caliente, plano y abarrotado de gente), escribió Friedman.

Entre medias, autores economistas del ámbito académico publicaron extensos trabajos en los que explicaron –desde una perspectiva histórica-, que el capitalismo y la globalización son inventos americanos. Así lo escriben y demuestran Leo Panitch y Sam Gindin en “The making of global capitalism. The political economy of American empire (La hechura del capitalismo global. La economía política del imperio americano)”. Según estos expertos, Karl Marx se equivocó al declarar que la clase burguesa, en general, extendería globalmente el capitalismo. Fue –siempre según estos autores- la nación americana quien lo hizo, a lo largo de sus 233 años de existencia y, sobre todo, desde 1945. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos hizo que el capitalismo y la economía de libre mercado fueran los motores de la economía mundial del mundo libre.

Estados Unidos, como país líder y más importante potencia económica y geoestratégica de la tierra, de la mano de sus más importantes multinacionales en todos los campos ha impulsado el capitalismo y la globalización. En “The endless crisis” (La crisis interminable), Foster y McChesey exponen en largas tablas estadísticas que, entre 1945 y 2012, se ha producido un proceso de enorme acumulación de riqueza en todo el mundo, en torno a las principales grandes multinacionales estadounidenses. De hecho, como quien pone el broche final, Friedman –de la mano de Michael Mandelbaum– declara en su último tratado que, con la crisis, Estados Unidos quedó atrás –frente a las economías emergentes- “en el mismo mundo que Norteamérica había inventado”. (“That used to be us”, 2011). La clave del ensayo de Friedman, está en el énfasis que pone en dejar claro que el mundo que conocemos es obra norteamericana y de sus empresas. Y que Estados Unidos vuelve a coger el testigo del liderazgo mundial, de la mano de sus corporaciones.

En el mundo de las finanzas, basta pensar en los cinco grandes bancos de inversión estadounidenses, que aglutinan el 56% del Producto Interior Bruto norteamericano, que a su vez supone el 22% de la riqueza mundial. En su obra “Money and power. How Goldamn Sachs came to rule the world” (Dinero y poder. Cómo Goldman Sachs llegó a dirigir el mundo), William Cohan explica que Goldman es “el banco de inversión que el resto de bancos, y la mayor parte de las grandes empresas, quieren imitar”.

Y, en el ámbito energético, tenemos a grandes petroleras norteamericanas. En “Private Empire: ExxonMobil and American Power (Imperio privado: ExxonMobil y el poder americano)”, Steve Coll explica que ExxonMobil no es solamente la más grande de las multinacionales norteamericanas, sino que sus negocios son mayores que “la actividad económica de la mayor parte de los países”. Esta realidad es extrapolable a otros sectores. Pensar en Internet es traer a la mente a gigantes estadounidenses como Google, Apple, Facebook y Amazon. El sector tecnológico está en manos de HP, Microsoft, Intel y docenas de empresas más, que tienen en su poder las mayores cuotas de mercado en cada uno de sus sectores.

La globalización es la ampliación a escala mundial del capitalismo norteamericano. En 2001, el economista jefe de Goldman Sachs enunció el concepto de los países BRIC, acrónimo construido por sus siglas en inglés: Brasil, Rusia, India y China. Entre 2001 y 2012 el Producto Interior Bruto agregado de estas cuatro economías se ha multiplicado por cuatro y, en el mismo período, el tamaño de la economía mundial se ha doblado, y un tercio de ese crecimiento ha provenido de las economías emergentes.

En un contexto económico mundial como el resumidamente descrito más arriba, en el que destacan tanto la primacía norteamericana como el auge de las economías emergentes, es más fácil ubicar las cuitas de la economía española. El papel económico de España en el mundo no es especialmente grande ni sobresaliente, tampoco muy relevante. España, además, tiene pocas empresas verdaderamente globales.

Es bueno saber todo lo anterior, para ser capaz de otorgar el peso adecuado a los sucesos económicos que acontecen en España. Al principio, decíamos que ING y Barclays van a despedir a muchos miles de trabajadores. Puede leerse en Financial Times y en Wall Street Journal. Al mismo tiempo, Iberia dice que tiene intención de acogerse a la reforma laboral vigente y, mediante un Expediente de Regulación de Empleo, despedir a 3.800 trabajadores, o el 19% de su fuerza laboral. Los motivos aducidos por Iberia son de índole económica, organizativa, y el deseo de poner en marcha reformas estructurales de calado en todos los ámbitos de la empresa, para poder volver a la rentabilidad. Entre 2008 y septiembre de 2012, Iberia ha perdido 850 millones de euros. Tan solo en los nueve primeros meses de 2012, Iberia perdió 262 millones de euros. Iberia ha presentado también un Plan de Acompañamiento Social, que contempla reducciones salariales, congelaciones, medidas de productividad y de flexibilidad.

Los sindicatos de Iberia rechazaron propuestas previas de la compañía de llevar a cabo reducciones de personal de un número muy inferior de trabajadores mediante prejubilaciones y jubilaciones incentivadas, en condiciones económicas mejores para los trabajadores, que las contempladas por la reforma laboral en vigor, de 20 días de indemnización por año trabajado, con un máximo de doce mensualidades.

La respuesta de los sindicatos a las propuestas de Iberia ha sido la de convocar quince días de huelgas salvajes de “consecuencias incontrolables”, en palabras de un sindicalista. La huelga en Iberia generaría otros cien millones de euros de pérdidas a la compañía, y dañaría enormemente a la industria turística y a la economía española en un momento crítico, en que la clave está en salir de la crisis. Y esta huelga tan tremenda sería un torpedo en la línea de flotación de los esfuerzos de recuperación de la economía española. Según la ministra de Fomento, Ana Pastor, “España no se puede permitir el lujo de perder 10 millones de euros diarios”, como consecuencia de la huelga.

Los sindicatos de Iberia deberían actuar responsablemente. No están en juego solo sus puestos de trabajo. Está en peligro la viabilidad de Iberia, el presente y futuro del sector turístico, así como la recuperación de la economía española. La consideración de que la economía española no es ni la norteamericana ni la china o la india debería hacer recapacitar a los sindicatos. España no es ni la primera ni la segunda economía mundial y, además sufre una crisis muy fuerte. Si los sindicatos quieren dar la puntilla a la economía española, que sigan adelante con su convocatoria de huelga: toda España sabrá quién es responsable. Pero si les preocupa en algo la economía nacional, deberían, en un ejercicio de responsabilidad, desconvocar la huelga, dejar que Iberia vuelva a ser rentable y empiece a crecer, y que esto tenga efectos positivos en el turismo y los viajes de negocios, que tan necesarios son para la recuperación económica de nuestro país.

Imagen, por falco500