La sensatez como activo empresarial

MafaldaDurante los ejercicios fiscales 2009, 2010 y 2011, las compañías del IBEX 35, columna vertebral de la economía española, incrementaron su productividad, esto es, la de su fuerza laboral, en un 23 por ciento de media. Los ingresos por empleado, durante los tres años objeto de estudio, pasaron de 250.000 a 300.000 euros.

Este fenómeno ha estado vinculado a los procesos de concentración en diversos sectores, mediante operaciones corporativas de compras, fusiones, adquisiciones, y otras. Por lo general, estas grandes empresas han aumentado su tamaño, tienen más ingresos y sus plantillas no han aumentado: bien han permanecido idénticas o han sido reducidas. Desde este punto de vista, podría ser cierto el dicho de que la fusión de dos empresas (1 + 1), no es igual a ni a dos ni a tres, sino a algo distinto: a aquello que las compañías hayan querido ser cuando decidieron fusionarse.

La mayor parte de estos procesos de concentración han tenido por objeto una profundización en la estrategia de negocio o foco de las empresas, consiguiendo mayor cuota de mercado donde ya estaban, o diversificación de las fuentes de ingresos. En algunos casos, también, pero los menos, algunas empresas compraron otras en mercados extranjeros para triunfar en su objetivo de internacionalización: para muchas empresas, es más fácil comprar una firma existente en el nuevo país en el que quieren desembarcar, que “montar” de cero una filial propia, con todo lo que eso lleva consigo: oficinas, personas, redes de ventas, distribuidores, canales, relaciones, etc.

Muchas veces, las fusiones buscan complementariedad en negocios y mercados dentro de un mismo sector. Es, por ejemplo, lo previsto en los acuerdos de fusión entre Iberia y British Airways, entre otras finalidades. Rara vez permanece el estatus quo previo a una fusión, máxime, entre iguales. La unión entre ambas compañías ha dado lugar a una empresa (grupo, holding) mayor, que diversifica sus riesgos, operativos y de reputación.

A principios del 2013, es innegable que las economías hispanas se comportan peor que las anglosajonas. Sin ir más lejos, el tráfico aéreo en enero de 2013 arroja un dato negativo para Iberia, pero al mismo tiempo es positivo para British Airways. Y el saldo final para la casa matriz, IAG, es bueno, con un incremento del tráfico de pasajeros en enero del Grupo tanto en el mercado turista como en el de negocios. Los medios de comunicación han reflejado textualmente esta información, proveniente de IAG: “En el mes de enero de 2013, la demanda del Grupo medida en pasajeros-kilómetro transportados se incrementó un 0,7% (…).  El tráfico de negocios para el Grupo IAG se elevó un 2,7% frente al mismo periodo del año anterior, con un incremento del 0,3% en el segmento turista”.

Las economías hispanas siguen pasándolo mal, como consecuencia de la crisis. Economistas expertos consultados por el diario económico Cinco Días expresaban el 6 de febrero de 2013 que la economía española seguiría destruyendo puestos de trabajo durante este año y que, tan solo en la segunda mitad de 2014 se podría empezar a crear empleo. Estas estimaciones son coherentes con lo que nosotros ya anticipamos durante el año 2012 y, de hecho, publicamos en medios de comunicación. 2013 es año de grandes ERE en la banca, el sector público y la construcción. El número de trabajadores que, desgraciadamente, podría perder su puesto de trabajo en 2012 ascendería a 300.000, según las estimaciones de esos economistas.

El caso de la banca y del sector público es evidente. En el sector bancario se ha producido una impresionante reducción de tamaño: del sector, del número de entidades y de las operaciones financieras que hacen bancos y cajas. Poco ahorran los españoles, poco invierten los españoles cuando su poder adquisitivo se ha visto tan menguado en estos cinco años de crisis. La racionalización del sector impone reducción de oficinas bancarias y de empleo. Es muy probable que muchos de los despidos se produzcan mediante acuerdo y con prejubilaciones y jubilaciones incentivadas.

Sobre la función pública, hay evidencias de Perogrullo. El sector público existe porque hay un sector privado al que servir. El ámbito privado de la economía es más pequeño en 2013 que en 2008, en todos los sectores de actividad. Se podrá querer, por muchos tipos de motivaciones distintas, que la Administración Pública no sea reducida. La cuestión no es esa, sino lo perentoria que es la necesidad de que el sector público se adecúe a lo que necesita la sociedad española en estos momentos. No es, no debería ser, una cuestión a dirimir con parámetros políticos; debe trascender la ideología de los partidos políticos. Ha de ser, por tanto, una cuestión de estado.

Sin lugar a dudas, las enormes reducciones de personal son dramáticas, como lo es cualquier pérdida de empleo consecuencia de la crisis. Pero mientras haya personas trabajando, siempre se podrá mantener un cierto estado del bienestar que provea para aquellos que lo han perdido. La forma en que se producen los despidos es relevante, porque dice mucho del tipo de sociedad en que vivimos.

En la banca hay planteados varios expedientes de regulación de empleo que han soliviantado el sector, o a los trabajadores del sector. Hasta el 5 de febrero, en Bankia, donde se iban a producir 6.000 despidos, había convocada una huelga de empleados y diversos actos de protesta. Hasta que trabajadores y gestores de Bankia, que es entidad financiera nacionalizada, han llegado a un acuerdo sobre el número de despidos y la forma en que se van a realizar, es decir, las condiciones económicas. Serán 4.500 los despedidos –muchos menos de los inicialmente previstos-, y con 30 días por año trabajado, en vez de los 20 días que estipula la reforma laboral de 2012.

Cabe pensar que sea altamente probable que dirección y sindicatos de Bankia hayan llegado a un acuerdo –como en el caso de Nissan-, porque ambas partes han cedido en algo. Y, por tanto, dentro de lo malo de la situación, ambas partes pueden levantarse de la mesa con un buen motivo para que se haya desconvocado la huelga y para que Bankia proceda a reestructurarse.

En el caso de Iberia, también hay anunciado que habrá despidos de personal, aunque no se sabe cuántos, y que los sindicatos amenazan con ir a la huelga –una huelga incontrolable-, lo que pondría en peligro la viabilidad de Iberia.

Siempre hemos defendido que es mejor negociar que no hacerlo. Hace falta buena fe por ambas partes y el deseo de llegar a buen puerto. Solo cabe desear y esperar que, para el bien del futuro de Iberia y el de los trabajadores que se queden, así como de accionistas, proveedores y clientes-pasajeros, al final, en Iberia impere la cordura y el sentido común, la buena fe y el deseo de alcanzar un buen acuerdo.

Imagen, por LWY