El reportaje en portada de Actualidad Económica de hace unos días es un homenaje al buen hacer periodístico y a la verdad de lo que sucede en Iberia. La publicación de economía y negocios analiza la situación empresarial de Iberia. Esta realidad está en las antípodas de las consideraciones de sindicatos, políticos y pilotos. Para estos colectivos, Iberia sigue siendo, conceptualmente, una empresa pública en la que se puede hacer de todo y nunca pasa nada, porque el Estado está siempre detrás para salvarla e impedir que se hunda. Los sindicatos quieren participar en la gestión; los políticos quieren influir para que, desde Iberia, se preserven objetivos de interés publico. La realidad es que Iberia es empresa privada que atraviesa problemas desde mucho tiempo antes de su fusión con British Airways. Y ahora, por ser empresa privada, no cuenta con el apoyo del Estado para sobrevivir. De hecho, las pérdidas económicas generadas por las huelgas podrían hundir a Iberia y el gobierno de turno no podría hacer nada para evitarlo. Todo esto entra dentro de la más pura lógica empresarial. Sin embargo, los sindicatos actúan en Iberia como si la empresa todavía perteneciera al Instituto Nacional de Industria (INI), previo a la SEPI. Esos eran otros tiempos, cuando Iberia era empresa pública y los sindicatos podían organizar huelgas muy fuertes para conseguir privilegios y prebendas.
Imagen, por postaletrice